jueves, 4 de noviembre de 2010

Fundación Esteban Vigil

«En África ves auténtica humanidad»

Permanecer durante más de 15 años en uno de los países más empobrecidos del planeta marca tanto que no extraña que sus cercanos digan que María Teresa tiene hoy más de Malaui que de la parroquia de Ponteceso (Langueirón) en la que nació hace 61 años. Hasta su acento, con un cierto toque exótico, la delata. Y luego, cuando se pone a hablar de África, no para: «Allí ves auténtica humanidad, todo lo que por allí aprecias es real, parece el mundo real, y este, el de los países ricos, un mundo ficticio, con muchísimas cosas prescindibles. Allí eres una especie de olla de barro que estalla y que empieza de cero».
María Teresa aterrizó en ese país del sureste de África a mediados de los ochenta, cuando lanzarse a la ayuda exterior era algo que llevaban a cabo casi en exclusiva personas vinculadas a la Iglesia, como es su caso. «Llegué con mucha ilusión, y realmente me hizo falta, porque la situación era muy dura, pero no tiré la toalla», dice con un cierto orgullo. «Estaba en un centro de salud rural, como enfermera y médico, y allí se nos morían cada día entre dos y cuatro niños. Hay que imaginárselo. Pensé ''me moriré aquí, pero yo no me voy''». Y no lo hizo.
En cambio, montó el primer orfanato del país. Algo difícil a nivel organizativo y social. Era 1993 y el sida hacía estragos en el país (aún lo sigue haciendo). «Los niños que se quedaban sin padre eran acogidos por el clan, pero el sida desbarató todo aquello, y fue complicado convencer al Gobierno para que no dejara acoger a niños. Hoy, por suerte, ya hay más en marcha», relata.
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