lunes, 11 de septiembre de 2023

Las cosas más simples son a menudo las más reales.


La viñeta de Idígoras ilustra muy bien "algo" de lo que sucede algunas veces en nuestras reuniones, ¡no crees!

El lunes 11 de septiembre comenzaba oficialmente un nuevo curso escolar. Ojeando la prensa ese día me encontré con este artículo de La Voz. Me hizo pensar... Ahora te lo brindo a ti para que, después de leerlo, reflexiones sobre lo que te sugiero.



Mateo, 14 años: «Nunca he tenido tele en casa, 
pero no tengo necesidad de verla»
MARÍA VIDAL (Pincha sobre el nombre de la periodista y lo lees directamente del periódico)



Se ha criado sin pantallas. Hasta el curso pasado que lo necesitó para el colegio, no tuvo ordenador, ni tampoco móvil. Ahora lanza un proyecto como alternativa de ocio que a él le ha ayudado.

10 sep 2023 . Actualizado a las 12:26 h.

Mateo solo tiene buenos recuerdos de su infancia. Creció entre cartulinas, tijeras y pinturas. Se crio en una casa «muy creativa», donde no había tiempo para el aburrimiento. Las manualidades eran, y son, un recurso muy socorrido en este hogar. «Hacíamos cajas de cartón como si fueran máquinas, en las que tuvieras que echar unas monedas y salieran cosas, muñecos de fieltro, estuches para nuestras pinturas, para las gafas... También pintábamos mucho», señala. Confiesa que estas vivencias le han marcado en positivo, y que si hoy tiene la relación que tiene con sus padres, es, en gran parte, por todas esas horas que han pasado juntos desarrollando su creatividad.

Unos padres que han estado muy presentes, y que han ofrecido muchas alternativas de ocio a sus hijos (tiene dos hermanas de 12 y 10 años), que no han echado de menos una televisión en casa. «Nunca hubo, bueno, todavía no la hay, tenía una hora los domingos para ver películas, pero las veíamos en el ordenador. Era un poco para poder hablar con la gente de clase, porque si no, me sentía un poco excluido».

Mateo es muy consciente de que su realidad no es la de sus amigos o compañeros de clase, de hecho, confiesa que, al principio, cuando los invitaba a casa lo pasaba un poco mal. «Me daba un poco de vergüenza, creía que era el raro, sin embargo, ellos lo veían de manera positiva. Les parecía muy interesante que no hubiera tele. Y ahora, que he ido creciendo, lo entiendo más. Ya no me da tanta vergüenza». Sabe que en cierto modo ha sido educado de otra manera que sus amigos, algo que valora muy positivamente. «La mayoría de mis compañeros o de gente con la que estoy no han pasado ese tiempo con sus padres, porque no es tan normal no tener pantallas y hacer manualidades. Yo veo que muchos de ellos pasan mucho tiempo con el móvil, yo paso ahora algo más que antes, pero no quiero depender de las pantallas y de los móviles para pasármelo bien». Habla en presente, porque el curso pasado sus padres le dieron un ordenador, lo necesitaba para hacer los deberes de clase, y un móvil. «Era de los últimos de clase que no tenía, y ya empezábamos a salir y lo necesita para quedar. Estuve un año usando el de mi madre, pero era complicado, porque si ella no estaba, no podía hablar con mis amigos, así que me lo dieron. Y yo creo que ha sido a la edad perfecta, porque hasta ahora nunca lo he necesitado, y ahora que sí, con 13-14, ya se cómo hacerlo». Lo mismo ha sucedido con el ordenador, cayó en sus manos cuando la necesidad se impuso. En el colegio lo usan en casi todas las clases, y además, Mateo aclara que también lo usa para cosas creativas, como jugar al ajedrez o programar.

La ventaja tecnológica que le llevan sus amigos para él no ha jugado a su favor. «Muchos a los 11 años ya tienen móvil, y como han empezado antes no han tenido tanto tiempo para desarrollar su creatividad. Veo que el móvil es su única forma de diversión. A veces, incluso, prefieren estar con él que salir, no todos, pero a muchos de ellos a veces les dices de salir, y te contestan: ‘Hoy no me apetece', pero no les apetece porque se quieren quedar viendo TikTok», comenta. «Es más —continúa— han llegado a parar un partido de fútbol para ir a mirar el móvil. Dependen mucho de las notificaciones, si alguien les ha mandado un wasap o les han escrito por Instagram. Cualquier actividad que están haciendo la paran, y aunque solo sean 30 segundos, molesta un poco».

Mateo asegura que, aunque cuente con teléfono, su uso está controlado, ya que sus padres le marcan unos límites: no puede empezar a utilizarlo inmediatamente cuando se levanta de cama, y debe parar a las 20.30 horas, y por supuesto, no le dejan dormir con él a mano. «Tengo un cierto número de horas, creo que son tres al día, pero no las suelo consumir, porque no lo uso mucho». Dispone de un perfil de Instagram, donde no puede publicar nada por indicación de sus padres —«aunque me dejaran, tampoco lo haría», señala—, así que lo usa para hablar con sus amigos, «como si fuera una especie de WhatsApp».

ALTERNATIVAS DE OCIO

La distancia de las pantallas con la que se ha criado, asegura, le ha permitido ser de algún modo «más libre que sus amigos». «Creo que puedo hacer muchas más cosas en la vida, que tengo más curiosidad, y en parte es debido a no haber estado tantas horas con las pantallas, porque te limitan, te atrapan, no te dejan hacer más cosas. Tengo amigos que sí prefieren salir a quedarse en casa con el móvil, pero es que el móvil es muy adictivo, y a veces, aunque no quieran, es muy difícil».

A diferencia del teléfono y del ordenador, la tele aún no ha hecho acto de presencia en casa de Mateo. Recuerda que la primera vez que la vio fue en casa de su abuela cuando tenía 5 o 6 años. «Era un lujo en el verano, cuando se iban nuestros padres le decíamos: ‘¿Nos pones la tele?'. Pero nos duraba poco, a lo mejor le prestábamos atención los primeros cinco minutos, pero después me aburría porque no estaba acostumbrado», dice Mateo, que explica que si no la tienen a día de hoy es porque no es una «necesidad». «Si mis amigos van a ver un partido, o van a ver todos la misma serie, le digo a mi madre, y lo puedo ver en el ordenador. Tengo otras opciones, no tengo necesidad», indica Mateo, que señala que el hecho de estar alejado de las pantallas, sin duda, le ha acercado más a la lectura. «Yo creo que sí, porque cuando no tenía nada que hacer, en vez de irme al móvil, al ordenador o a la tele, me cogía un libro. Me podía leer 300 páginas en un día».

Hace cinco años que Mateo vive en Roma. El trabajo de su padre para Naciones Unidas los ha movido por Europa, e incluso a otros continentes. Vivió en España sus primeros tres años, —«recuerdo muy poco», dice—, después se fueron cuatro años a Estados Unidos, y otros tres al Reino Unido. Precisamente, desde la capital de Italia ha lanzado un proyecto (unainfanciafeliz.es) para que los padres puedan conectar con sus hijos, pasar un gran rato en familia y «que les puedan enseñar que las pantallas no son la única manera de pasárselo bien, que hay otras, y que las tienen que encontrar». Una de ellas es el kit de manualidades que él propone. Una caja provista de materiales (patrones, fieltros, decoraciones, gnomos de madre...), con las correspondientes instrucciones, para que padres e hijos recorten, peguen, cosan y decoren. Algo que a él le ha servido para tener una excelente conexión con sus padres. «Entiendo que si tienes que hacer otra cosa, lo más fácil es dejarles la tablet, pero entonces ya no tienes una buena relación con tus hijos, empiezas a distanciarte un poco. Si estás cocinando, en vez de dejársela, ponlo a tu lado, dale de probar... Creo que es un problema que los niños estén expuestos a las pantallas desde tan jóvenes, porque luego, aunque les ofrezcas un libro, siempre van a preferir el móvil», señala Mateo, que grita a los cuatro vientos lo feliz que ha sido su infancia y anima a otras familias a seguir su ejemplo.





TRABAJO que te pido:

¿Qué fue "lo primero que pensaste" después de leer el artículo? ¿Por qué crees que te vino esa idea a la cabeza?

¿Se puede vivir sin móvil?

¿A qué edad crees que debe tenerse por primera vez?

¿Qué te aporta el móvil y qué te quita en el día a día?

¿Qué cosas sueles hacer sin necesidad del móvil?

Habla con alguna persona que viviera su infancia-juventud sin móvil y pregúntale qué hacían. Luego haz una reflexión sobre lo que esos datos que te dieron te hacen pensar.

SUBES tus respuestas a través de un
comentario a esta entrada y NO OLVIDES
escribir tu NOMBRE, número y curso
(indicando si eres de ESO o BACH).

¡GRACIAS!